Resumen del concepto del Mundo Interno en distintos artículos del libro: El Proceso Grupal
Prólogo a “El proceso grupal” 1971
Páginas 10 a 12
“En el tratamiento de pacientes psicótico, realizado según la técnica analítica y por la indagación de sus procesos transferenciales, se hizo evidente para mí la existencia de objetos internos, múltiples “imago”, que se articulan en un mundo construido según un progresivo proceso de internalización. Ese mundo interno se configura como un escenario en el que es posible reconocer el hecho dinámico de la internalización de objeto y relaciones. En este escenario interior se intenta reconstruir la realidad exterior, pero los objetos y los vínculos aparecen con modalidades diferentes por el fantaseado pasaje desde el “afuera” hacia el ámbito intrasubjetivo, el “adentro”. Es un proceso comparable al de la representación teatral, en el que no se trata de una siempre idéntica representación del texto, sino que cada actor recrea, con una modalidad particular, la obra y el personaje. El tiempo y el espacio se incluyen como dimensiones en la fantasía inconsciente, crónica interna de la realidad.
La indagación analítica de ese mundo interno me llevó a ampliar el concepto de “relación de objetivos”, formulando la noción de vínculo, al que defino como una estructura completa que incluye un sujeto, un objeto, su mutua interrelación como proceso de comunicación y aprendizaje.
Esta relación intersubjetiva son direccionales y se establecen sobre la base de necesidades, fundamento motivacional del vínculo. Dichas necesidades tienen un matiz e intensidad particulares, en los que ya interviene la fantasía inconsciente. Todo vínculo, así entendido, implica la existencia de un emisor, un receptor, una codificación y decodificación del mensaje. Por este proceso comunicacional se hace manifiesto el sentido de la inclusión del objeto en el vínculo, el compromiso del objeto en una relación no lineal sino dialéctica con el sujeto. Por eso insistimos que en toda estructura vincular (y con el término estructura ya indicamos la interdependencia de elementos) el sujeto y el objeto interactúan realimentándose mutuamente. En ese interactuar se da la internalización de esa estructura relacional, que adquiere una dimensión intrasubjetiva. El pasaje o internalización tendrá características determinadas por el sentimiento de gratificación o frustración que acompaña a la configuración inicial del vínculo, el que será entonces un vínculo “bueno” o un vínculo “malo”.
Las relaciones intrasubjetivas, o estructuras vinculares internalizadas articuladas en un mundo interno, condicionarán las características del aprendizaje de la realidad. Este aprendizaje será facilitado u obstaculizado según que la confrontación entre el ámbito de lo intersubjetivo y el ámbito de lo intrasubjetivo resulte dialéctica o dilemática. Es decir, que el proceso de interacción funcione como un circuito abierto, de trayectoria en espiral, o como un circuito cerrado, viciado por la estereotipia.
El mundo interno se define como un sistema, en el que interactúan relaciones y objetos, en una mutua realimentación. En síntesis, la interrelación intrasistémica es permanente, a la vez que se mantiene la interacción con el medio. A partir de las cualidades de la interacción externa e interna, formularemos los criterios de salud y enfermedad.
Esta concepción del mundo interno, y la sustitución de la noción de instinto por la estructura vincular, entendiendo al vínculo como un protoaprendizaje, como el vehículo de las primeras experiencias sociales, constitutivas del sujeto como tal, con una negación del narcisismo primario, conducían necesariamente a la definición de la psicología, en un sentido estricto, como la psicología social.”
Freud: Punto de partida de la Psicología Social. 1965
Pag. 41 a 43.
“Sigmund Freud señala claramente su postura frente al problema de la relación entre psicología individual y psicología social o colectiva en su trabajo de psicología de las masas y análisis del yo. Dice en la introducción de este libro, en general tan mal comprendido: “La oposición entre psicología individual y psicología social y colectiva, que a primera vista puede parecernos muy profunda, pierde gran parte de su significación en cuanto la sometemos a un detenido examen. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales, le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes.
En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro” como modelo, objeto, auxiliar o adversario y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.”
Se refiere luego Freud a las relaciones del individuo con sus padres, con sus hermanos, con la persona objeto de amor y con su médico, relaciones éstas que han sido sometidas a la investigación psicoanalítica y que pueden ser consideradas como fenómenos sociales. Estos fenómenos entrarían en oposición con aquellos denominados narcisísticos por Freud (o autísticos por Bleuler). Podemos observar, de acuerdo con los aportes de la escuela de Melanie Klein, que se trata de relaciones sociales externas que han sido internalizadas, relaciones que denominamos vínculos internos, y que reproducen en el ámbito del yo relaciones grupales o ecológicas.
Estas estructuras vinculares que incluyen al sujeto, el objeto y sus mutuas interrelaciones, se configuran sobre la base de experiencias precocísimas; por eso excluimos de nuestros sistemas el concepto de instinto, sustituyéndolo por el de experiencia. Asimismo, toda la vida mental inconsciente, es decir, el dominio de la fantasía inconsciente, debe ser considerado como la interacción entre objetos internos (grupo interno), en permanente interrelación dialéctica con los objetos del mundo exterior”
Grupo familiares. Un Enfoque Operativo. 1965-66
Pag. 66-67
“… podemos definir al mundo interno y las fantasías inconscientes como la crónica que el self realiza acerca de sus vínculos de doble vía con objetos internos, que a su vez puede llegar a interaccionar prescindiendo del self. Es en este momento cuando el sujeto experimenta la vivencia de perder el control de este accionar de sus objetos internos, instalándose la “locura”. Es decir surge una conspiración interna vivenciada como el enloquecer, el derrumbe del yo. El mundo interno se constituye por un proceso de progresiva internalización de los objetos y los vínculos. Este mundo se encuentra en permanente interacción, interna y con el mundo exterior. A través de la diferenciación entre mundo externo e interno el sujeto adquiere identidad y autonomía (sentimiento de mismidad o vivencia del self).
La noción del mundo interno aparece como posibilidad de resolver el conflicto entre lo general y lo particular. Entramos así en el terreno de la ecología interna, que investiga los mecanismos por los que se construye un mundo interno en interacción permanente con el externo a través de procesos de introyección y proyección.
Sobre la base de las necesidades corporales que promueven el reconocimiento de las fuentes de gratificación mediante técnicas más o menos universales y durante el desarrollo infantil, se constituye esa unidad fundamental que es el vínculo. Definimos el vínculo como la estructura compleja que incluye al sujeto y al objeto, su interacción, momentos de comunicación y aprendizaje, configurando un proceso en forma de espiral dialéctica; proceso en su comienzo las imágenes internas y la realidad externa deberían ser coincidentes. Esto no sucede, ya que el objetivo actúa en dos direcciones: hacia la gratificación (constituyéndose así el vínculo malo). Es así como surge la estructura divalente en el sistema vincular con objetos parciales o, más claramente expresado, con una escisión del objeto total en dos objetos parciales; uno de ellos vivido con una valencia totalmente positiva por el cual el sujeto se siente totalmente amado y al cual ama; el otro objeto esta signado por una valencia negativa: el sujeto se siente totalmente odiado, siendo recíproco este vínculo negativo del que necesita deshacerse o controlar.
Creo que cabe aquí una definición de fantasía inconsciente: ella es el proyecto o la estrategia totalizante de una acción sobre la base de una necesidad.
Cuando enfocamos terapéuticamente un grupo familiar, del cual ha surgido un enfermo como portavoz de sus ansiedades, resulta un paso decisivo, para el abordaje del proceso correcto, el detectar la estructura y dinámica del grupo interno del paciente, o sea la representación que éste tiene del grupo real que ha internalizado. Esta representación constituye la base de sus fantasías inconscientes en relación con su familia. El terapeuta indagará la articulación de este mundo interno con el grupo externo. A través de esa confrontación con la realidad podremos evaluar la intensidad y extensión del malentendido, enfermedad básica del grupo familiar.”
Grupo Operativo y Modelo Dramático. 1969.
Pag. 141 -143
“Las investigaciones en el campo de las teorías del aprendizaje emigran poco a poco de los laboratorios de psicología experimental hacia la comunidad, dotando a la psicología (ahora social) de instrumentos que servirían para evaluar la interacción entre individuo y sociedad. Se toma como punto de partida de estas investigaciones el supuesto acerca del carácter dialéctica de dicha interacción que cumple un itinerario en espiral continua, en la que el actor del proceso se realimenta con la experiencia, modificándose el sujeto y modificando al mundo y emergiendo de esta manera el sentimiento del yo situacional e instrumental. La concepción del aprendizaje como praxis nos permite la posibilidad de plantearnos dicho proceso como aprender a aprender y un aprender a pensar, concepción de carácter instrumental que se apoya en una teoría del pensamiento y del conocimiento que operan en un contexto social. Sobre la base de estas últimas formulaciones y de una teoría del vínculo al que definimos como una estructura bicorporal y tripersonal, construimos el instrumento de aprehensión del objeto del conocimiento. Esta estructura triangular que rige todas las relaciones hace posible abandonar el esquema de una psicología que siempre será social, al incluir en el esquema de referencia el concepto de un mundo interno en interacción continua, origen de las fantasías inconscientes. Es esta dimensión ecológica la que por procesos de introyección y proyección puede condicionar una imagen distorsionada en distintos grados del mundo exterior, particularmente del rol del otro, cuya percepción está signada por situaciones de reencuentro que rigen toda nuestra vida emocional.
El ajuste de estos elementos va a configurar modelos, pautas o esquemas referenciales que operan en el proceso de aprendizaje o lectura de la realidad.
El modelo es un sistema o un conjunto que debe incluir todas las características del objeto a indagar. Es el instrumento de abordaje del objeto real, en el que se encuentran los vectores del descubrimiento. En la medida en que el descubrimiento del objeto real se intensifica (a través de la praxis), el modelo pierde significación como intermediario entre el proceso de pensamiento y la realidad ya que “la cosa en sí se convierte en cosa para sí”. Por ello describimos en última instancia al aprendizaje es aprendizaje social, aprendizaje de roles.
Lo que se internaliza en ese proceso de apropiación de la realidad son funciones, las que pueden ser descriptas en forma de roles en situación.
Todo conjunto de personas ligadas entre sí por constante de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna (dimensión ecológica) configura una situación grupal.
Dicha situación está sustentada por una red de motivaciones y en ella interaccionan entre sí por medio de un complejo mecanismo de asunción y adjudicación de roles. Es en este proceso donde deberá surgir el reconocimiento de sí y del otro en el diálogo e intercambio permanente. Esta situación grupal constituye el instrumento más adecuado para ese aprendizaje de roles (aprendizaje social) en el que consiste la internalización operativa de la realidad.”