1.- Introducción
La pregunta por la angustia ha inquietado las mentes de muchos terapeutas en las últimas décadas al confrontarse con la dramática existencia de desesperados seres humanos que acudían a la consulta presos del pánico. Diversos autores coinciden en caracterizar la época actual como plena de incertidumbre, acelerados cambios, inestabilidad económica y social; recorrida por guerras y catástrofes. Una profunda inseguridad ontológica se instala en el sujeto. Se habla de la “Era de la Angustia” (Rubino, s/f).
Se investigó la relación entre subjetividad y procesos sociales, en nuestro país, con conclusiones interesantes sobre la fragilización subjetiva y alienación del sujeto de la década del 90, “en tanto pérdida y desconocimiento de sí e identificación del sujeto con ideales y mandatos de un poder que no sólo le es ajeno, sino antagónico” (Quiroga,1998, página 74).
Se publicaron diversos textos y se investigó sobre el incremento de la angustia, la ansiedad y el pánico como emoción dominante en el síndrome de la época llamado trastorno de pánico desde 1980 e incluido como categoría diagnóstica en el DSM III (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
El objetivo de éste trabajo es el de realizar una aproximación a la articulación del concepto de angustia abordado desde la filosofía con el concepto de angustia definido desde el punto de vista psicológico, en particular la angustia cuyo incremento genera patología, enraizada en un sujeto particular inserto en el siglo pasado y actual.
Se realiza un trabajo basado fundamentalmente en textos escritos. Incluye la observación clínica a través de entrevistas efectuadas con personas que padecen síndrome de pánico en comorbilidad con otras patologías, realizadas por la autora con anterioridad.
2.- Marco teórico
El análisis de la angustia lo realiza exhaustivamente Söre Aabye Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, en el siglo XIX. Publicó cerca de 30 obras. En El concepto de la angustia (1844), considera la existencia humana como una paradoja debido a que el hombre está suspendido entre su propia finitud y la infinitud que se le revela de alguna manera; de la imposibilidad de resolver esta paradoja deriva la angustia, en la que el hombre descubre que éste es su modo de ser más específico.
El pensamiento de Kierkegaard es uno de los principales precedentes del existencialismo. Influyó en Heidegger, Jaspers, Barth, Sartre y Unamuno. Sartre define al existencialismo como una doctrina que hace posible la vida humana y declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana. Representa al existencialismo ateo que “declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heiddeger, la realidad humana” (Sartre, 1969, pp15-16). El hombre empieza por existir, surge en el mundo y luego se define, empieza por no ser nada; no hay naturaleza humana porque no hay Dios para concebirla.
El primer principio del existencialismo es que el hombre no es otra cosa que lo que él se hace; se lanza hacia un porvenir y es consciente de proyectarse hacia allí. Es ante todo un proyecto y será lo que ha proyectado ser. Por ello tiene la responsabilidad total de su existencia y la de todos los hombres. Cada hombre elige y al elegirse elige a todos los hombres, crea una imagen del hombre tal como considera que debe ser. Elegir algo es afirmar el valor de lo que se elige. La responsabilidad es grande ya que compromete a la humanidad entera.
Este desarrollo lleva al tema de la angustia. El hombre es angustia; ya que si se compromete y se da cuenta de que al mismo tiempo que se elige a sí mismo elige a la humanidad emerge en él un sentimiento de profunda responsabilidad. Si no es así enmascara la angustia, huye de ella y de todos modos ésta aparece. Es una angustia inherente a la toma de decisiones; no conduce al quietismo ni a la inacción. Es la condición de la acción ya que ante una pluralidad de posibilidades se elige una que tiene valor porque ha sido elegida.
El concepto de desamparo se relaciona con que Dios no existe. No hay una naturaleza humana dada y fija; por tanto, no hay determinismo y el hombre es libre; está condenado a ser libre, a inventar al hombre; arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. El desamparo va junto con la angustia. La desesperación se relaciona con que el hombre cuenta con un conjunto de probabilidades que posibilitan la acción; debe desinteresarse de lo que no esté rigurosamente comprometido con su accionar. Solo hay esperanza para el hombre en la acción. Los actos de los hombres tienen como última significación la búsqueda de la libertad.; la de unos depende de la de los otros. El otro es indispensable a la existencia tanto como el conocimiento de sí mismo (Sartre, 1969).
Heidegger tiene una concepción del hombre en la cual el eje de su pensamiento es que “la esencia del existir es su existencia” (Heidegger,1969, página 78). El hombre es un conjunto de posibilidades; no tiene ningún elemento permanente. Es apertura que lo proyecta hacia el mundo. La existencia es proyección, vinculación, referencia, unión con el ser. El hombre es proyecto, en el sentido de estar dirigido hacia delante, de estar proyectado. Las posibilidades lo refieren hacia el futuro, hacia el Advenir; el hombre es Advenimiento. Es el único ente que puede anticipar sus posibilidades.
Toda situación se manifiesta como un conjunto de posibilidades y son poseídas por ese estar en situaciones. Las posibilidades que orientan la existencia hacia el hacia el devenir, también la retrotraen al Sido, porque sigue siendo. La existencia es un advenir que ya es presente, al mismo tiempo que un Sido que sigue siendo. La existencia tiene la posibilidad de ser verdadera o falsa, inauténtica; y es así en el caso de que el sujeto sea como “se” es, coaccionado por la sociedad.
Cuando la existencia se torna inauténtica la comprensión se transforma en curiosidad superficial por conocer lo que “se” debe conocer. Así el temple se degrada y transforma en ambigüedad; se encuentra siempre entre lo comprendido y lo no, entre la verdad y la falsedad, entre la asunción de la angustia y su actuación ambigua; esta es la base de la neurosis: una existencia inauténtica. El mundo se transforma en un ámbito inauténtico que oculta el ser en lugar de revelarlo. Ilusiona al hombre con albergue y seguridad al no hacerse responsable de sus decisiones. El hombre se enajena. Pero, siempre puede en cierta medida elegir y decidir en concordancia con su ser. A través de la disposición y los temples anímicos puede manifestarse la existencia en lo que es realmente. El temple de mayor significación es la angustia ya que manifiesta al hombre como ser frente a la nada; le revela como posibilidad la muerte y le da la oportunidad de dirigir auténticamente el resto de las posibilidades (Rubino, s/f).
3.- La angustia: posibilidad de trascendencia del sujeto- camino de encierro en la locura.
3.1.- Supuestos
La angustia ofrece al sujeto la posibilidad de proyectar su verdadero ser ya que se conecta con él al elegir algo o tomar una decisión inmerso en cualquier situación que el medio circundante le presente. Está determinado por la sociedad, pero si ejerce su posibilidad de elección, con el grado de angustia e incertidumbre que esto conlleva, desarrolla sus potencialidades en el sentido de una existencia auténtica abriendo las puertas a la salud; de lo contrario la angustia se transforma en una emoción patológica; el sujeto queda atrapado en la situación que lo agobia y la enfermedad.
3.2.- Definición de los conceptos ansiedad, angustia y pánico.
En el año 1997 la OMS caracterizó como catástrofe epidemiológica la situación en la que se encuentra la salud mental. Respaldando esta afirmación ofrece los siguientes datos: los desórdenes mentales representan el 12% de las causas de enfermedad en todo el mundo. La depresión severa ocupa el quinto lugar entre las diez primeras causas de enfermedad, y se estima que para le 2020 habrá saltado al segundo lugar.
Los trastornos de ansiedad se han incrementado y, dentro de ellos hay un síndrome que se destaca por su incremento a partir de la década del 80, adquiriendo mayor intensidad en los 90, es el ataque de pánico, denominado también por el DSM- IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) trastorno de angustia. En la práctica clínica frecuentemente puede observarse la coexistencia de depresión y crisis de pánico.
La angustia es la emoción que se hace figura sobre un fondo de desesperanza.
Los especialistas en el tema utilizan los conceptos angustia y ansiedad como sinónimos, aunque se plantean también diferencias en cuanto a su origen y significado. “El término ansiedad, proviene del latín “anxietas”, congoja o aflicción. Consiste en un estado de malestar psicofísico caracterizado por una sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad, o desasosiego ante lo que se vivencia como una amenaza inminente y de causa indefinida. La diferencia básica entre la ansiedad normal y patológica, es que ésta última se basa en una valoración irreal o distorsionada de la amenaza. Cuando la ansiedad es muy severa y aguda, puede llegar a paralizar al individuo, transformándose en pánico.
Angustia, así como “angor”, “angina”, provienen de la misma raíz griega o latina, y significan constricción, sofocación, estrechez u opresión, y se refieren indudablemente a la sensación de opresión precordial y epigástrica con desasosiego que la caracteriza. La angustia es una manifestación emocional caracterizada por un temor a lo desconocido o a lo amenazante. Este temor se contrapone al miedo, que es un temor a algo concreto y definido (objeto o situación). Según su origen, la angustia puede presentarse de diferentes maneras. Existe una angustia que puede ser considerada normal, pues aparece frente a diversos estímulos estresantes, que implican una amenaza real e imponen un desafío. Si, por el contrario, la valoración de una amenaza es errónea o distorsionada o el estímulo es imaginario, se genera una angustia que tiende a persistir, transformándose en anormal o patológica (…)” (Cía,1999 pp 29-30).
El pánico es considerado en la actualidad, desde el punto de vista psiquiátrico, como una vivencia de miedo o terror intenso, con sensación de descontrol, desmayo o muerte inminente, que forma parte del cortejo de síntomas de una crisis o ataque de pánico, que se presentan súbitamente en individuos predispuestos (Cía, Alfredo H. op. cit 1999). En el diccionario de Littré se trabaja la relación y diferencias entre angustia y ansiedad.
En la definición de angustia se destaca un sentimiento de opresión en la región epigástrica, dificultad para respirar y tristeza excesiva. En la de ansiedad un sentimiento de dificultad y opresión en la región precordial. Ambas emociones afloran ante la inminencia de un peligro que acontece o acontecerá; expresan un estado de expectación ante el peligro que amenaza con la desintegración del yo y ante el cual queda impotentizado (Rubino, Vicente op.cit. s/f).
Freud concluye en sus estudios sobre la angustia que ésta es la reacción a una situación peligrosa. El yo la elude, ejecutando algo encaminado a evitar la situación o escapando de ella. Los síntomas son creados para evitar la situación peligrosa señalada por el desarrollo de la angustia (Freud, 1925).
Todas las definiciones coinciden en destacar el desarrollo de angustia ante una situación vivenciada como peligrosa. La amenaza puede ser o no objetiva, sin embargo el sujeto la percibe como real; porque para su psiquismo lo es. La fuente del peligro puede provenir de su mundo interno si bien en algún momento de su historia vital estuvo en el mundo externo. Ese reflejo en su psiquismo es distorsionado ya que constituye un pasaje fantaseado siguiendo la teoría del Dr. Enrique Pichon-Rivière.
La angustia existencial deviene por la pérdida de contacto del hombre con su ser, con los otros hombres de una manera auténtica y con la naturaleza. El sentimiento es de pérdida de apoyo, de des-raizamiento y desamparo. La angustia a la par que revela la Nada, descubre la Cura, el cuidado, que supone una dirección intencional hacia el mundo. La angustia y el cuidado dan la posibilidad al hombre de iniciar un camino que culmine en la integración de su existencia. (Rubino, Vicente op.cit. s/f).
Las emociones analizadas (ansiedad, angustia, pánico) tienen diferencias cualitativas y atendiendo a la rigurosidad conceptual hay que diferenciarlas. Atendiendo a la comprensión del hombre se observa que tienen una articulación profunda. La angustia psicológica se entrelaza con la angustia existencial ya que los sujetos que presentan sintomatología de pánico son personas que están imposibilitadas para realizar elecciones que les permitan trascender, transformar sus circunstancias creativamente transformándose a sí mismos. Alcanzando así la posibilidad de proyectarse con libertad. Esta afirmación se hace concluyente a partir de observaciones que la autora realizó mediante entrevistas clínicas.
La angustia patológica generadora de síntomas somato psíquicos es característica de sujetos atrapados en determinaciones familiares y sociales conscientes e inconscientes para ellos, que obstaculizan el despliegue y satisfacción de sus necesidades de autoconservación, psíquicas y espirituales. Sujetos que debido a la consolidación de rígidas defensas se ven imposibilitados para transformar sus circunstancias transformándose así ellos mismos. Sujetos sin conciencia plena de sus propias necesidades y de las de su comunidad, sin posibilidad de ejercer acciones creativas encaradas al logro de su satisfacción.
4.- Conclusiones
Es ésta una época, un contexto, signado por crisis económicas, políticas y sociales. El predominio de valores que poco tienen que ver con el desarrollo de las potencialidades colectivas e individuales lleva a la caracterización que realizara la OMS en el año 1997 sobre el estado de la salud mental.
La posibilidad de creatividad del ser humano es infinita aún en circunstancias totalmente adversas. En las peores condiciones puede elegir su accionar y eso lo hace libre y lo lleva por el camino de la salud como lo muestran innumerables ejemplos en la historia de personas sometidas a condiciones denigrantes y en ellas eligen prácticas que los enaltecen, transformando el sometimiento en dignidad. Encuentro importante el aporte que realiza el existencialismo expresado en los conceptos de Heiddeger, Sartre y los existencialistas franceses.
Focalizaría mi interés en el enfoque sobre la subjetividad, el modo en que ella siempre implica a otros, y en ese implicarlos la angustia generada por la responsabilidad; la libertad entroncada con la posibilidad de elegir y el proyecto que todo hombre es y lo lanza hacia el porvenir.
Entiendo que puede articularse y coherentizarse con un trabajo hacia la salud mental que saque al sujeto de la enajenación.
Bibliografía
CÍA, Alfredo H. (1999). Estrategias para superar el pánico y la agorafobia. Buenos Aires. Editorial El Ateneo.
FREUD, Sigmund. (1925) “Inhibición, síntoma y angustia”, en FREUD, Sigmund. (1973). Obras Completas. Tomo III. Madrid. Editorial Biblioteca Nueva.
GALIÑANES, María D. y HERNÁNDEZ, Marta. “Abordaje clínico del trastorno de pánico desde la Psicología Social Pichoniana”, en FABRIS, Fernando A. y GALIÑANES, María D. (2004). Psicología clínica pichoniana. Buenos Aires. Ediciones Cinco.
HEIDEGGER, Martín. (1969). Carta sobre el humanismo. Lima. Ediciones Huascar.
KIERKEGAARD, Sören. (2004). El concepto de la angustia. Buenos Aires. Ediciones Libertador.
PICHOT, Pierre. (1995). DSM IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona. Masson, S.A.
QUIROGA, Ana P. de. “Subjetividad y Procesos sociales”, en Quiroga Ana P. de. (1998). Crisis, procesos sociales, sujeto y grupo. Buenos Aires. Ediciones Cinco.
RUBINO, Vicente. Sin fecha. Series Filosóficas. Buenos Aires. Editorial UFLO.
SARTRE, Jean Paul. (1969). El existencialismo es un humanismo. Perú. Ediciones Huascar.