Introducción
Este trabajo aborda la crisis de paradigmas en la psiquiatría y psicología en un momento sociohistórico en el cual es necesario dar respuesta al incremento de patología en el ámbito de la salud mental. El trabajo también propone autores que trabajan con una concepción integral de abordaje de los problemas humanos y se detiene particularmente en el desarrollo de una epistemología de la complejidad postulada por Edgar Morin. Esta epistemología está estrechamente vinculada con los valores éticos. Los peligros que encierra el paradigma de simplicidad en salud mental quedan explicitados en este desarrollo.
La propuesta es la difusión de un saber que comprenda al ser humano en su complejidad. La concepción de hombre implicada en una teoría psicológica está enlazada a las técnicas terapéuticas y a la posibilidad de beneficiar a las personas con ellas o de incidir en la cronificación de la enfermedad.
1- Desarrollo
2-1 Crisis del paradigma de simplicidad (reduccionismo) en Psiquiatría y Psicología
El nuevo siglo enfrenta a psiquiatras y psicólogos con un elevado porcentaje de patología mental que se incrementa sin cesar a lo largo del mundo.
Se conocen con la denominación de nuevas patologías, enfermedades que encuentran como factor fundamental de desarrollo la crisis social, económica y moral que atraviesa la sociedad actual.
La vertiginosidad de los cambios, la vivencia de incertidumbre ante una permanente amenaza de destrucción por las guerras, la violencia, las crisis económicas reiteradas lleva a las personas a una crisis de identidad, a la dificultad para visualizar proyectos, a la carencia de un sentido de vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 1997, caracterizó a la situación de la salud mental como de catástrofe epidemiológica, ya que los desórdenes mentales representan el 12 % de las causas de enfermedad en todo el mundo. Se estima que en el 2020 la depresión ocupará el segundo lugar entre las diez primeras causas de enfermedad (Galiñanes y Hernández, 2004).
Este panorama requiere de la psiquiatría y la psicología un enfoque holístico que comprenda al ser humano en su complejidad. “El hombre es un ser bio-psico-espiritual que vive en comunidad y abierto a la Trascendencia” (Oro, 2000, p. 20).
Esta definición expresa el enfoque de la persona de autores que en el campo de la psicología complementaron sus conocimientos médicos con los filosóficos como Karl Jaspers (1883-1969) y Viktor Frankl (1905-1997), entre otros.
En nuestro país, Enrique Pichon Rivière, médico psiquiatra, (1907-1977), describió la trayectoria de su tarea “como la indagación de la estructura y sentido de la conducta, en la que surgió el descubrimiento de su índole social” (Pichon Rivière, 1981, p.12). El resultado de esa indagación lo lleva a postular una epistemología convergente, “según la cual las ciencias del hombre conciernen a un objeto único: ‘el hombre-en-situación’ susceptible de un abordaje pluridimensional” (Pichon Rivière, 1981, p.12).
Sin embargo, estas concepciones integradoras del hombre no son las hegemónicas en el campo de la salud mental. No prevalecen ni en el ámbito científico ni en la práctica clínica, por lo que es difícil abordar las problemáticas de la salud preventivamente.
En el ámbito psicológico cada enfoque teórico alberga la ilusión de abordar al hombre en su totalidad, cayendo en un reduccionismo. En el ámbito de la medicina predominan los criterios biológicos de normalidad y salud (Stagnaro, s/f).
El reduccionismo bio-médico llegó también a la psiquiatría. Juan Carlos Stagnaro, Profesor Adjunto del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de Buenos Aires y Director de la Revista Argentina de Psiquiatría Vertex, describe la crisis de la psiquiatría contemporánea (s/f). Plantea que el paradigma que la contenía hasta los años 70, el de las estructuras psicopatológicas: psicótica, neurótica, perversa, tuvo gran operatividad para ordenar la psiquiatría. A partir de los años 50 y 60, la irrupción de los psicofármacos y la aparición de nuevos constructos clínicos, cuestionó la dicotomía estructural anterior incluyendo nuevas categorías. En la actualidad, en el campo de la clínica psiquiátrica aparece un nuevo pensamiento que implica una desubjetivización. Del editorial del American Journal of Psychiatry de noviembre del 2000 (citado en Stagnaro, s/f), es destacable un párrafo: “Dado que la mente es la expresión orgánica de la actividad del cerebro, podemos esperar que algún día, alcancemos una comprensión completa de las enfermedades mentales”. Reaparecen viejos conceptos positivistas que expresan un reduccionismo biológico, con ropaje de nuevo paradigma. Se basa su cientificidad en los siguientes conceptos:
Identificación de los trastornos o síndromes mentales mediante una descripción fenomenológica, de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV). Correlación entre el síndrome descripto y una eventual fisiopatología cerebral.
Terapéutica de la alteración fisiopatológica mediante tratamiento farmacológico combinado con psicoterapias cognitivo-conductuales.
No están en discusión los avances logrados con estas líneas de investigación lo que es riesgoso es que “el psiquismo pase a ser un epifenómeno del funcionamiento neuronal” (Tesone y Kovadloff, 2002). El otro riesgo es el de la excesiva simplificación de la patología mediante la utilización del DSM IV como unidad de criterios. Y otro riesgo es el de la mercantilización de la salud. La neuropsicofarmacología constituyó un gran avance en el logro de la modificación de la conducta de pacientes graves. Sin embargo, en la actualidad se están cometiendo excesos perjudiciales. Se persigue el objetivo de eliminar rápidamente los síntomas, sin considerar que son el emergente de un trastorno biopsicosocial de la persona que necesita para su comprensión y tratamiento un enfoque integrador.
Según un informe de la Drug Enforcement Administration (DEA), en la última década la ganancia que obtuvo la industria farmacéutica por el consumo de psicoestimulantes por parte de los niños, es de 450 millones de dólares anuales. La simplificación promovida por el DSM IV está inducida por estas ganancias.
“La lógica impuesta es: a igual nomenclatura igual patología, a igual síntoma igual producto farmacéutico” (Tesone y Kovadloff, 2002).
La persona queda reducida en esta concepción a un conjunto de síntomas biológicos, quedando excluida la subjetividad y la particularidad. La clínica termina prescindiendo de la ética.
La psiquiatría y la psicología deben abordar la comprensión de los procesos de salud y enfermedad desde un enfoque integrador. No pueden abordarse realidades complejas desde perspectivas reduccionistas que simplifican los fenómenos. “Toda actividad humana es complementariamente somática y psíquica y toda realidad humana es material y espiritual” (Oro, 2002). Es necesario integrar los distintos aspectos del ser persona. Cualquier tipo de reduccionismo inevitablemente produce iatrogenia y lesiona principios éticos esenciales del quehacer terapéutico.
2-2 La necesidad del pensamiento complejo: Edgar Morin
De acuerdo a la definición dada por Morin (2005), “la complejidad es un tejido…de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple”. (p.32) “La complejidad es…el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico”. (p.32) La complejidad se presenta entonces con los rasgos del desorden, de la ambigüedad y la incertidumbre. Por tanto el conocimiento necesita de la ejecución de operaciones que pongan orden en los fenómenos, quiten la ambigüedad, clarifiquen, distingan y jerarquicen, sin eliminar los otros caracteres de lo complejo.
La dificultad del pensamiento complejo es que debe afrontar lo entramado, las inter-retroacciones, la incertidumbre y la contradicción. Morin (2005), elabora lo que él llama útiles conceptuales del nuevo paradigma de complejidad para comprender los fenómenos. Propone sustituir al paradigma de disyunción, reducción y unidimensionalización por un paradigma de distinción y conjunción que permita distinguir sin desarticular, asociar sin reducir. Este paradigma llevaría en sí el principio de unidad de lo múltiple, que escapa a la unidad abstracta y al reduccionismo.
Como sostiene Morin (2005, p.34), “un pensamiento mutilante conduce, necesariamente, a acciones mutilantes”. Expresa a continuación que es su propósito tomar conciencia de la patología contemporánea del pensamiento, que consiste en la hiper-simplificación que oscurece la complejidad de lo real.
El pensamiento complejo es el que permitirá el avance del conocimiento. Es necesario desarrollar una epistemología de la complejidad que resulte adecuada para el conocimiento del hombre.
2-3 La complejidad
La ciencia occidental, desde el siglo XVII hasta fines del siglo XIX, redujo la complejidad fenoménica a un orden simple y a unidades elementales. A comienzos del siglo XX la estadística permitió tratar la interacción, pero desde una óptica reduccionista, al estudiar las variables aisladas. Es con la Cibernética, fundada por Wiener y Ashby, que el concepto de complejidad entra en escena en la ciencia. Con von Neumann, el concepto de complejidad aparece enlazado con los fenómenos de auto-organización.
La complejidad comprende una gran cantidad de interacciones y comprende también incertidumbres relacionadas con el azar. Es la incertidumbre en el seno de sistemas altamente organizados. La complejidad se liga al orden y al desorden. El conocimiento no avanza de lo simple a lo complejo, sino de lo complejo hacia lo más complejo. Lo simple es un momento, un aspecto entre muchas complejidades.
Hay que elaborar una teoría abierta que incluya el mundo y el sujeto.
La noción de sistema abierto se enlaza a la naturaleza ordenada-desordenada de la materia, a un devenir físico ambiguo que tiende al desorden (entropía) y a la organización, a la constitución de sistemas cada vez más complejos.
El sujeto emerge al término de un proceso físico a través del cual se ha desarrollado, condicionado por un eco-sistema, volviéndose cada vez más rico el fenómeno de la auto-organización. El sujeto y el objeto aparecen inseparables de la relación sistema auto-organizador/ecosistema. No hay objeto si no es con respecto a un sujeto y no hay sujeto si no es con respecto a un ambiente objetivo. Sujeto y objeto son constitutivos uno de otro. Pero, esto no implica arribar a una unificación armoniosa. Hay una incertidumbre ontológica. Una nueva concepción debe emerger de comprender la relación compleja entre sujeto y objeto y del carácter insuficiente e incompleto de ambos términos de la polaridad. El sujeto debe permanecer abierto; el objeto debe permanecer abierto sobre el sujeto y sobre el ambiente, que continúa abriéndose más allá de los límites del entendimiento humano. Esta restricción de conceptos, esta fisura ontológica, esta regresión de la objetividad y del determinismo, desembocan en la incertidumbre, necesaria al decir de Morin (2005), ya que constituye un estímulo para el conocimiento. El error ontológico ha sido el de dejar cerrados, los conceptos de base de la ciencia. Hace falta abrir la posibilidad de un conocimiento más rico y menos cierto.
2-4 Epistemología abierta
La incertidumbre está ligada a la teoría del sistema abierto. El meta-sistema de un sistema abierto tiene que ser abierto. Por esto se habla de Epistemología abierta.
La teoría de la auto-organización encierra la posibilidad de una Epistemología que no se encierre en sí misma. Esto le da un sentido epistémico a la concepción abierta de la relación sujeto-objeto. Morin (2005), intenta un discurso multidimensional abierto a la incertidumbre y a la trascendencia. Propone el enriquecimiento y la transformación multidimensional del actual concepto de ciencia. Postula el desarrollo de la idea de unidad compleja, que enlace al pensamiento analítico-reduccionista y al pensamiento global en una dialectización.
2-5 El paradigma de complejidad
Un paradigma está constituido por un tipo de relación lógica entre principios clave. Al paradigma de complejidad se opone el paradigma de simplicidad. Su principio fundamental es el del orden. El principio de simplicidad separa lo ligado (disyunción), o unifica lo diverso (reducción). No considera el principio de que un aspecto no existe sin el otro; que un aspecto es al mismo tiempo el otro, si bien son diferentes. Este paradigma busca un elemento que unifique al universo, que lo explique.
En los últimos decenios se comprendió que el desorden y el orden cooperan para organizar el universo. La aceptación de la complejidad, es la aceptación de la contradicción. El mundo incluye la armonía; la armonía está ligada a la disarmonía.
2-6 Los siete saberes necesarios para la educación del futuro
Es importante destacar algunos conceptos implicados en los saberes necesarios para la educación del futuro desplegados por Edgar Morin (2002). Su difusión entre psicólogos y psiquiatras seguramente invitará a la reflexión en torno a los paradigmas reduccionistas que peligrosamente se utilizan en la actualidad.
La educación tiene que prevenir sobre los errores e ilusiones en el conocimiento humano mediante el conocimiento del conocimiento.
Es necesario promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales para incluir allí los conocimientos parciales.
La supremacía de un conocimiento fragmentado impide la conexión de las partes y las totalidades. El conocimiento debe aprehender los objetos en sus contextos y en un conjunto. Hay que enseñar los métodos que permitan abordar las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.
El ser humano es una unidad compleja, su identidad es compleja y común a todos los seres humanos. El conocimiento sobre el hombre se imparte desintegradamente, a través de disciplinas, lo que hace infructuosa la comprensión de la unidad y complejidad humanas.
Todos los seres humanos comparten un mismo destino; afrontan los mismos problemas de vida y muerte sin desconocer las opresiones que continúan asolando a la humanidad.
Las ciencias han desarrollado certezas y revelado innumerables campos de incertidumbre. Hay que aprender a afrontar lo inesperado, lo incierto.
La comprensión mutua entre los seres humanos es fundamental para desarrollar la solidaridad y erradicar los racismos, las xenofobias y el desprecio.
La ética debe formarse en las mentes a partir de la toma de conciencia de que el ser humano es individuo que forma parte de una sociedad y de una especie.
3- Conclusiones
El abordaje científico desde enfoques reduccionistas y simplistas es erróneo e inadecuado. Cuando esto sucede en disciplinas como la psiquiatría y la psicología cuya terapéutica va dirigida hacia el ser humano es peligroso y antiético ya que produce iatrogenia.
Es fundamental entonces divulgar saberes que aborden la complejidad de los fenómenos y la absoluta imposibilidad de comprender las conductas sanas y enfermas desde el paradigma de simplicidad.
La formación de psicólogos y psiquiatras tiene que promover la capacidad de pensar en términos complejos para aportar a la teoría y a la terapéutica con la intencionalidad de integrar las diferentes dimensiones del ser humano.
Referencias bibliográficas
Galiñanes, M. D. y Hernández M. (2004). Abordaje clínico del trastorno de pánico desde la psicología social pichoniana. En F. Fabris y M. D. Galiñanes, Psicología clínica pichoniana (pp. 69- 82). Buenos Aires: Ediciones Cinco.
Morin, E. (2002). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires: Nueva Visión.
Morin, E. (2005). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Editorial Gedisa.
Oro, O. R. (2002). Epistemología y psicología. Un aporte desde la Psicología Comprensiva y la Logoterapia. Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial, 6, 9-22.
Oro, O. R. (2005). Persona y Personalidad. Buenos Aires: Fundación Argentina de Logoterapia “Viktor E. Frankl”.
Pichon Rivière, E. (1981). El proceso grupal. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
Stagnaro, J. C. (s/f). Crisis de la psiquiatría. Revista Topia.
Tesone J. E. y Kovadloff S. (2002, octubre 1). Cuando la psiquiatría se aleja del hombre. La Nación.